Héctor «Chiche» Baley

Ver reportaje en 2013

http://www.youtube.com/watch?v=FkvU2AVco64&feature=youtu.be

Héctor Rodolfo Baley nació en Ingeniero White, partido de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, 16 de noviembre de 1950.
Chiche (para los whitenses) Baley jugó en Club Atlético Puerto Comercial de Ingeniero White, Club Atlético Colón de Santa Fe, Huracán, Independiente, Estudiantes de La Plata y Talleres de Córdoba, todos clubes de Argentina.BALEY 2
“Chocolate” (para el gran público) Baley, fue guardameta suplente en la selección argentina que ganó la Copa Mundial de Fútbol de 1978 y también lo fue en la edición de 1982. Debido a la presencia de Ubaldo Fillol jugó muy pocos minutos para la selección nacional, pero tuvo una actuación memorable en el empate por 1-1 ante Alemania Occidental en un amistoso de 1982.
Guaite, tiene en el apellido Baley casi un sinónimo. Como lo es Comercial (de este lado de las vías). Nombrar a Baley, transporta al interlocutor, al puerto de Bahía Blanca y a la entidad verdiamarilla. Citar a Ingeniero White, conlleva registrar a los Baley, desde Walter, magnífico arquero de Comercial y del combinado bahiense de fútbol. Su piel de ébano cubría con arrojo y precisión la valla en cientos de partidos disputados. Hasta Héctor, o Chiche o Chocolate, según el ámbito donde se lo recuerde, campeón mundial de fútbol en el año 1978, que luego de pasar varios clubes, brilló en el arco de Talleres de Córdoba, donde lo vio Menotti, para seleccionarlo, junto a Ubaldo Matildo Fillol y Ricardo Lavolpe, como arqueros argentinos.
La familia Baley, se componía de Amalia, la mamá, Walter el papá, ya nombrado, y cuatro hijos, vivían en la casa de Avenente y Elsegood (luego Belgrano) de Ingeniero White, es decir, eran vecinos de la familia de mis suegros, Pepe y Natalina Ventura, al lado del bar Polo, sobre Avenente. La vecindad era afirmada por un respeto, y un sentimiento de pertenencia al grupo, que en nuestro pueblo se daba, producto de la variedad de desarraigos de inmigrantes, desde distintas latitudes del planeta.BALEY
Era común ver partir y volver a grupos de chicos, hacia la escuela, la cancha de fútbol o el paseo de todas los atardeceres y rutilantes de los domingos a través del playón de la avenida Guillermo Torres desde el Jockey Club, el cine hasta el puerto ida y vuelta. Eran otros tiempos, otras necesidades, todas las seguridades solidarias entre vecinos y “paesanos”. Tiempo de mediodías domingueros de pastas, escuchando la audición Federal, tal vez con Rivero o con Castillo. La tarde los partidos, que copaba Fioravanti, cuando la verdiamarilla no era local.
Los hijos del matrimonio Baley, se conocen por sus apodos más que por sus nombres: Alfredo Oscar, Bocha; Osvaldo Aníbal, Cacho; Héctor Rodolfo, Chiche y Horacio Alberto, que escapó milagrosamente al sobrenombre.
Chiche, siguiendo los pasos de su famoso padre, empezó a demostrar que los genes heredados de Walter, le habían conferido, la repentización, la ubicación y el arrojo de su progenitor y lo estaba demostrando en el arco de Puerto Comercial. Primero en las famosas Quintas, donde alternaba con el puesto con otro fenómeno Oscar Quiroga. Fue advertido por personas allegadas al club Estudiantes de la Plata, que concretó con una interesante oferta la transferencia.
En el viaje fue acompañado a la capital de la provincia por Domingo Vaira y Adolfo Repetti.
Héctor Baley tenía virtudes sobresalientes, como arquero, pero pasó desapercibido para la prensa deportiva local, donde le dedicaron, generosamente un pedacito de una columna, para anunciar su traslado al cuadro “pincharratas”. Ricardo “Quique” Vignoni, en ese momento periodista deportivo de LU3, le efectuó un extensa nota, que prometió atesorarla, cuando Baley fuera famoso. Así pasó y Quique, tiene muy bien guardada esa cinta a carrete abierto, que fuera con un augurio de suerte. Consecuente con ese episodio, Héctor Baley siempre tuvo la con Vignoni, una actitud especial, el la concesión de notas, entrevistas y también entretelones exclusivos de su trayectoria.
Aunque en La Plata, se encontró con Juan Carlos Nani y los dos ubicaron a Petaca Antozzi, que estudiaba medicina. Se querían mucho, eran integrantes de un grupo íntimo que los unía, desde las divisiones inferiores de Comercial, donde habían jugados juntos, Baley en arco, Antozzi, con la número 8 y Nani con la 9. ¿El delegado? Walter Baley, el padre.
“El” Chiche, luego de unos días de instalado en La Plata, donde el club le daba casa y comida, además de viáticos, jugando con Nani en la tercera de Estudiantes, se quería volver. No porque le fueran mal en el club, sino porque extrañaba, su vida whitense, su diversión, la pesca, la caza.
Osvaldo Zubeldía, ese estupendo técnico que dirigía a Estudiantes y que vislumbraba el brillante porvenir, que le tenía deparado el destino, lo retenía, aconsejándole que tuviera un poco de aguante. Por su parte Petaca, estaba absorbido por los estudios y Nani, a poco se volvió al terruño.
BALEY 1Zubeldía que también era provinciano, había nacido Junín y seguramente había pasado por trances parecidos, le habló paternalmente, lo acercó a la ventana, desde donde se podía contemplar la ciudad y como al pasar le mostró el automóvil estacionado en el estadio, le indicó que era suyo y que se lo había dado el fútbol, agregando “Eso y muchas cosas más”
“Vos también vas a poder tener uno igual además de muchos amigos, vas a progresar, vas a hacerte un porvenir… quedate… te vamos a apoyar…”

Se quedó. Se la aguantó. Zubeldía tenía razón. Héctor Baley fue muchos años después campeón mundial de fútbol.
Seguramente consustanciado por el espíritu estudiantil, gozó y sufrió los partidos con Gimnasia y Esgrima de la Plata. Se sintió extraño, inicialmente, al defender otras camisetas, que se le hicieron carne con la paradójica casaca de Huracán, que tanta rivalidad tenía en nuestro Guaite, con los homónimos del Boulevard, los clásicos con San Lorenzo, para recalar en el club Talleres, que fue el trampolín para su salto a la selección de fútbol nacional. (Ver el comentario que hace la señorita Clara Risso)
En la actualidad, ocupa una secretaria de deportes en la municipalidad de Córdoba capital y cuando sus ocupaciones le dan tregua, vuelve a recorrer las hoy desoladas calles whitenses, para acceder a una jornada de pesca, o despuntar las ganas de compartir un asado, entre recuerdos y nostalgias con los amigos de siempre, con su mejor amigo, su hermano Cacho o para recibir el cariño y la admiración de quienes nos creemos propietarios de un retazo de sus logros, porque una vez lo estrechamos en un abrazo.

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